Psicooncología: El poder de las palabras

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Tan solo el 7% de lo que comunicamos, lo transmitimos por medio de las palabras… pero este dato no debe llevarte a equivocación… las palabras que usamos tienen un gran poder.

Cada palabra guarda un significado concreto y en el caso de oncología, la selección que hacemos de ellas también es importante. Algunos pacientes se sienten incapaces de decir la palabra “cáncer” y usan sustitutivos como “mancha” o “pólipo”… como verás, las palabras tienen poder porque usar una palabra u otra tiene la capacidad de reducir el malestar emocional del paciente.

Más allá de las palabras concretas que usemos, cuando dialogamos con un paciente, podemos usar algunos recursos que nos ayudarán a mantener una conversación mucho más efectiva y eficaz…

La escucha activa… Sé que en sí misma la escucha no contiene palabras, pero creo que es importante escuchar bien para poder comunicarnos de manera adecuada tomando como punto de partida las emociones. La escucha activa es aquella que realizas con todo tu cuerpo y no solo con tus oídos.

Transmitimos mucha información de manera silenciosa, por medio de gestos, miradas, silencios o el tono de voz. De hecho las emociones suelen expresarse de esta manera porque a veces se asustan de las palabras, por eso se transmiten de una manera silenciosa.

Cuando escuchas con todo tu cuerpo, eres capaz de ir más allá de las palabras y puedes atisbar el mundo emocional del paciente y esta información te servirá para preguntar sobre esos temas… para saber si está triste, tiene alguna duda, no sabe cómo hacer las curas o afrontar los efectos secundarios de los tratamientos.

Las preguntas… Es la gran herramienta que tenemos a nuestro alcance para averiguar un poco más, para saber qué le ocurre al paciente. En ocasiones tenemos miedo a preguntar por qué tememos las respuestas que nos pueda dar el enfermo y no sepamos qué decirle o porque tal vez comience a hablar de temas emocionales que se nos escapan.

Las preguntas abiertas te ayudan a averiguar lo que piensa o siente el paciente, le da un espacio desde el que poder reflexionar… y eso es muy positivo. Algo importante a tener en cuenta, es que no debes sugerir la respuesta en la propia pregunta. Por ejemplo, una pregunta abierta ideal sería: “¿Cómo te encuentras anímicamente?”. Una pregunta en la que sugieres la respuesta sería: “¿Te sientes triste, verdad?”

Las preguntas cerradas son el complemento perfecto a las preguntas abiertas porque te ayudan a centrarte en un solo tema. Lo ideal es que combines las preguntas abiertas y cerradas para averiguar más cosas y ayudar mejor al paciente. Por ejemplo: “¿Cuándo sientes ansiedad, notas taquicardia e hiperventilación?”

Por último, te animo a que en cada consulta que tengas o visita que hagas, al final de la sesión introduzcas una pregunta como… “¿Tienes alguna duda?” Comunicándote de esta manera, generas confianza.

Admitir que no sabemos qué responder… Lo sé… esta situación no nos gusta a nadie, especialmente porque puede dejar al descubierto nuestros miedos o lagunas y tenemos miedo de que los pacientes puedan pensar que somos incompetentes o estamos poco preparados.

En oncología los pacientes pueden hacernos preguntas sobre nuevas terapias que han encontrado por internet o sobre temas más metafísicos y emocionales que en ocasiones no llegamos a comprender del todo. Creo que admitir que no lo sabemos todo, nos hace más humanos, nos conecta más con el paciente.

Si esto te ocurre en alguna ocasión, te recomiendo que admitas que no lo sabes, pero que vas a estudiar ese tema para poder darle información veraz y actualizada. Creo que cuando somos sinceros y genuinos, los pacientes lo captan y eso reduce un poco la autoridad y magia que en ocasiones nos envuelve, mostrándonos más humanos. Sé natural… no tienes que saberlo todo.

Adaptarnos al lenguaje del paciente… Como te dije al principio del artículo, en oncología es habitual que los pacientes eviten la palabra “cáncer” o “muerte”. Cuando esto ocurre y lo sustituyen por otras palabras con menos carga emocional, es porque tienen dificultades emocionales para adaptarse a la enfermedad. Si esto ocurre, lo ideal es que puedas derivar al paciente al psicooncólogo.

Más allá de esta derivación, en ocasiones esa sustitución de palabras, puede dejar al descubierto una negación de su estado de salud. Por eso es importante que adaptes tu lenguaje a las palabras que usa el paciente y desde ahí, comiences a informarle de manera clara y sencilla… ten en cuenta que la palabra es un medio, la enfermedad sigue en el cuerpo del paciente use la palabra que use.

También debes adaptar tu lenguaje al nivel de comprensión del paciente, usando palabras iguales o parecidas a las que usa él o ella.

Habla… comunícate… Sé que no siempre estás acostumbrado a comunicarte con los pacientes y no siempre te sientes cómodo, especialmente ante conversaciones difíciles o al hablar de las emociones. Pero si te esfuerzas y aprendes poco a poco a comunicarte desde tu parte más humana, lograrás una mejor alianza terapéutica y eso redundará en una mejor adherencia al tratamiento. Recuerda que tienes un poder enorme.