La historia de Javier Escapa: cuando la formación se convierte en un punto de apoyo y motivación

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La formación no es solo una herramienta fundamental para seguir desarrollándose como persona y como profesional, sino que, en muchas ocasiones, también es un punto de apoyo, de desconexión y de motivación.

La cuestión es, si lo típico es leer historias y novelas de ficción o basadas en hechos reales, ¿por qué no cambiar la rutina y leer también libros que nos puedan ser beneficiosos, personal y profesionalmente?

En el ámbito de la salud es importante que los profesionales se sigan formando con el paso del tiempo, adquiriendo nuevos conocimientos y poniéndose al día en las últimas novedades, y lo bueno de ello es que no existe límite de edad ni condiciones físicas que lo impidan.

Al menos, eso enseña la historia de Javier Escapa, que, cuando menos se lo esperaba, la vida le dio la espalda y le postró en una silla de ruedas.

Javier estudió medicina general y, al ser su padre militar, se especializó en la medicina militar. Dedicó toda su vida a esta rama de la medicina hasta que se jubiló en 2011. Era el momento de pasar tiempo con su familia, con sus animales, en su casa en un pueblecito a las afueras de Barcelona.

Lo cierto es que su estado físico era casi inmejorable, salía a correr ocho kilómetros cada día a la montaña. Estaba perfectamente y, de repente, un día no podía caminar. “Me iba cogiendo a las paredes, yo lo achacaba a que podía ser un problema de que abusaba mucho del ejercicio físico con la edad que tenía, 62 años. Pero no fue así”, explica.

Estuvo ingresado en el Hospital del Mar cerca de un mes, aunque lo operaron a los cuatro días de llegar al centro hospitalario porque se pensaban que tenía el Síndrome de Guillain-Barré, pero no. Le hicieron una resonancia magnética y le detectaron un tumor en la médula.

Tras ello, pasó unos meses en un hospital adaptado para parapléjicos, donde le enseñaron a moverse en silla, levantarse de la cama… Javier se quedó paralizado del ombligo hacia abajo y aprendió a autosondarse.

No es extraño que esta situación le afectase también moralmente, pero Javier sacó fuerzas y buscó la forma de entretenerse y desarrollarse personalmente. ¿Y qué mejor forma para ello que a través de la formación?

Así es, Javier encontró Formación Alcalá, una empresa de formación a distancia especializada en sanidad. “Yo no sabía qué hacer, así que empecé a mirar el ordenador y encontré Formación Alcalá. Me decidí a hacer un curso, en concreto, el de pediatría”.

Javier encontró en ese curso una forma de aprender cosas nuevas, de desarrollarse personalmente y, sobre todo, le ayudó a volver a memorizar todo lo que, por cuestiones psicológicas, había perdido. “Las sesiones de quimioterapia y medicación me han influido en la memoria y, para mí, los cursos me hacen recordar y memorizar muchas cosas que estaban aparcadas y olvidadas”.

De esta forma, volvió a estudiar otra vez, poco a poco. Y su objetivo era claro: intentar volver a ser lo que era antes de que la vida le golpease de esta forma. Javier tiene una rutina que se centra en estudiar o leer durante parte del día, imprimiendo sus ideas, tomando nota y elaborando sus propios apuntes.

Estoy muy contento, porque para mí es un punto de entretenimiento total y de conexión, porque yo no puedo bajar a la calle si no voy acompañado”, confiesa Javier, que asegura que es importante que la gente siga formándose, sobre todos los profesionales sanitarios. “Es mejor estar en casa haciendo esto que estar en el bar, porque es más productivo y te sientes mejor”.