«El concepto de comer bien varía mucho de una persona a otra y, por ello, muchas veces va acompañado de un exceso de peso»

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Ana Bellón es licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Postgrado en Nutrición, Dietética y Dietoterapia por la Universidad de Navarra. Durante nueve años, ha sido co-presentadora del programa “Saber Vivir” de TVE. Es autora de los libros: “Saber Comer”, “Alimenta tu Salud” e “Intolerancias alimentarias”. Cuenta con numerosas publicaciones médicas en revistas nacionales e internacionales. Actualmente, se ha especializado en el estudio y tratamiento de pacientes con el Síndrome de Sensibilidad Central y desarrolla programas específicos de pérdida de peso en diferentes situaciones patológicas. Pertenece al equipo médico de la Unidad SHC Medical de Madrid.

No hay duda de que una buena nutrición es esencial para la salud, pero, en algunas ocasiones, también lo es el tener un control del peso, ¿no?

Una buena nutrición forma parte de una vida saludable como también lo es hacer ejercicio, dormir bien, ser optimista, tener vida social. Todo ello hace que la persona goce de buena salud y lo que es más importante que tenga sensación de estar sano.

Tener una buena nutrición sería el equivalente a comer bien, lo que ocurre es que el concepto de comer bien varía mucho de unas personas a otras y por ello, muchas veces, el llamado comer bien va acompañado de un exceso de peso y, por tanto, del riesgo de tener enfermedades asociadas.

Por tanto, si tenemos un exceso de peso, un exceso de grasa, nuestro organismo nos está diciendo que no lo estamos haciendo todo lo bien que creemos. Estamos teniendo un exceso de calorías, de producción de energía y nuestro cuerpo está formando grasa para guardar ese exceso.

En este sentido, el tener exceso de peso, ¿puede llevar a la persona a tener problemas médicos?

Si por tener exceso de peso entendemos exceso de grasa tendremos más posibilidades de enfermar. Es muy importante incidir en esto porque hay personas que si solo miramos cuanto miden y cuanto pesan y calculamos el índice de masa corporal, posiblemente saldría que están bien o solo tienen un ligero sobrepeso, pero es cuando miramos la composición corporal de esa persona cuando nos damos cuenta de que tiene más grasa de la recomendable y, posiblemente, menos masa muscular del que le correspondería por edad. Por tanto, es una persona que tiene más grasa de la que le conviene y tiene que adelgazar.

¿Pero toda la grasa es igual de patológica?

No. Podemos tener grasa a nivel subcutáneo (las caderas de las mujeres por ejemplo) o grasa abdominal (típica de hombres pero que también tienen muchas mujeres) .

La que se relaciona más claramente con el síndrome metabólico, es decir, con tener diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado e incluso más riesgo de cáncer, es la grasa abdominal, sobre todo la visceral.

La grasa subcutánea tiene menos problemas metabólicos. Las mujeres con grasa en exceso en las caderas suelen tener más riesgo de varices, de celulitis, es decir problemas menos serios, pero no por ello menos molestos.

¿Qué síndromes o patologías son los más frecuentes?

Generalmente cuando una persona tiene exceso de grasa, sobre todo de grasa visceral, el adipocito, que es la célula del tejido adiposo está más grande de lo recomendado y comienzan a producirse ciertos cambios en todo el tejido adiposo que hacen que poco a poco se vaya inflamando. Esto conlleva la secreción por parte del adipocito y de los macrófagos (células del sistema inmune que también están en mayor número del recomendable) de sustancias inflamatorias llamadas adipocinas que producen sus efectos a larga distancia y que hacen que poco a poco la persona se vuelva resistente a la insulina y por tanto con más riesgo de ser diabética, se vaya volviendo hipertensa, con mal control de lípidos en sangre y empieza a aumentar el colesterol y los triglicéridos. Que disminuya la saciedad y aunque se coma se siga teniendo hambre porque se produce también resistencia a la leptina.

¿Qué pasos se debe seguir para perder peso?

Lo primero tener claro que el tratamiento más efectivo para perder peso es aquel que nos hace perder grasa y que, prácticamente, no pierde masa muscular. Perder peso no es solo perder números en la báscula, es perder grasa. Si no es así no estamos haciendo lo correcto.

Segundo: hay que ponerse en manos de un profesional sanitario. Hoy en día cualquiera te hace una dieta y no todo vale. Lo que le ha funcionado mágicamente a tu vecina no tiene por qué irte bien a ti, por poner un ejemplo.

Tercero: se ha demostrado desde hace tiempo que la forma más eficaz y segura de perder grasa es haciendo una dieta ecogénica baja en hidratos y en grasas. Este tipo de tratamiento exige el control de un médico siempre. El que siga diciendo que la mejor forma de perder peso es comer de todo, pero menos es que no estudia mucho y no está puesto al día.

En resumen, tenemos que desequilibrar la dieta para forzar al organismo a quemar su propia grasa preservando el músculo, y cuando ya estemos en el peso saludable y tras ir reintroduciendo los hidratos de carbono poco a poco empezar a hacer una dieta equilibrada.  Además, no hay que olvidarse de realizar ejercicio físico, ya que es la forma más sana de aumentar nuestro gasto de energía.

Lo que no tenemos que hacer para intentar perder peso es solo ejercicio físico. Así no lo lograremos. El ejercicio tiene que ser una ayuda extra de la dieta. No la única forma.

En el control de peso, ¿qué papel tiene el tejido adiposo?

Digamos que es el protagonista principal. Tenemos que tener en cuenta que el tejido adiposo es el órgano endocrino más grande que tenemos, ya que antiguamente se creía que su única función era el almacenamiento de grasa como energía de reserva, pero hoy en día sabemos que en el tejido adiposo no solo hay adipocitos (células que acumulan la grasa) sino que también hay preadipocitos, células madre y células del sistema inmune.

Por ello, hoy en día se sabe que el tejido adiposo tiene además de la función de reserva, una función endocrina y tener sano el tejido adiposo es fundamental para mantener en homeostasis al organismo. Es decir, estar en equilibrio.

Por ello cuando el médico pone a un paciente a perder peso tiene que tener el objetivo de que pierda grasa, que esos adipocitos disminuyan de tamaño y se vaya reequilibrando el buen funcionamiento del tejido adiposo.

Además de los pasos que nos ha comentado anteriormente, también existen una serie de tratamientos de pérdida de peso para recuperar, en concreto, la nomorfunción del tejido adiposo, ¿podría hablarnos de algunos?

Además de la perdida de grasa y por tanto de la disminución del tamaño del adipocito, lo que ayuda a recuperar la normofunción del tejido adiposo, es añadir al tratamiento DHA, que es un ácido graso de cadena larga omega 3 que es usado por el organismo para resolver la lipoinflamación, es decir, la inflamación del tejido adiposo que tiene toda persona con exceso de grasa, tenga o no tenga alteraciones en su analítica.

También tenemos que tener en cuenta que muchas veces el exceso de peso no solo es por exceso de grasa, sino que también hay cierto edema por existir alguna sensibilidad a ciertos alimentos y por tener la permeabilidad intestinal alterada.

En estos casos, además de sobrepeso u obesidad, hay otros síntomas acompañantes tan distintos como migraña, colon irritable, fatiga crónica o fibromialgia. Todos estos síntomas forman parte de un síndrome, el de sensibilidad central.

En este caso lo primero es diagnosticar qué alimentos son los que están irritando a tu sistema inmune desde el intestino y hacer una dieta de exclusión acorde a los resultados, así como añadir al tratamiento ciertos suplementos para ayudar a las mitocondrias a producir energía o ayuda al mastocito a que no se dé granule.

¿Cuándo se recomiendan estos tipos de tratamientos?

Siempre que haya exceso de grasa estará recomendada una dieta cetogénica y siempre que existan síntomas del síndrome de sensibilidad central habrá que hacer una dieta de exclusión de irritantes. Por eso hay que recurrir a un médico habituado a tratar este tipo de patologías y no todos lo están.

Un aspecto relacionado con el control del peso es la fluctuación, ¿qué es exactamente? ¿Es perjudicial para la salud?

Yo siempre les digo a mis pacientes que cuando uno recupera peso tras haberlo perdido la mayoría de las veces es culpa del propio paciente, por no haber cambiado los hábitos dietéticos y de vida a lo largo del proceso de pérdida de peso.

Es muy habitual que el paciente diga me voy a poner a dieta y ya terminé la dieta, cuando no se dan cuenta de que la dieta no debe acabar. El médico te debe enseñar hábitos de vida saludables y los debes mantener a lo largo de toda tu vida. Eso no implica que puedas hacer alguna transgresión de vez en cuando, pero en el grueso del día a día tienes que llevar un orden de comidas.

El tipo de dieta puede influir en el efecto rebote, en el sentido de que si es un tipo de dieta con la que vas a perder grasa y masa muscular, esto hará que tu metabolismo basal, después de ella, sea menor y, por tanto, si vuelves a comer igual que antes de empezarla te va a ser mucho más fácil recuperar los kilos.

La dieta que yo propongo es una dieta cetogénica, al principio con reintroducción de hidratos de carbono progresivamente, y en la que controlamos en todo momento la cantidad de proteína que se ingiere.

Por tanto vamos a conseguir que el paciente pierda fundamentalmente grasa y casi nada de músculo, por lo que, cuando el paciente vuelva a comer equilibrado, será mucho más magro y menos graso que cuando empezó. De esta forma, será mucho más fácil mantenerse en el peso conseguido.

El Método PnK que es el que yo recomiendo a mis pacientes en mi consulta tiene publicado un estudio clínico hecho en el hospital de Santiago de Compostela y dirigido por el endocrino Dr. Felipe Casanueva. En él se demuestra que con este tipo de dieta, por cada 20 kilos perdidos, tan solo 1 es masa muscular. Esos resultados no se consiguen nunca con una dieta hipocalórica y ni siquiera con la cirugía bariátrica.

Por tanto, como vemos la evidencia científica nos obliga a cambiar las recomendaciones para perder peso.