Psicooncología: atender desde el corazón

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La psicooncología es una especialidad de la psicología que se centra en la atención emocional de los pacientes que padecen cáncer. Esta atención es transversal, es decir, se atiende al paciente durante toda su trayectoria de la enfermedad (diagnóstico, tratamientos, recaídas y final de la vida), pero también se centra en la atención a los familiares del paciente y a los muchos profesionales que atienden a los pacientes oncológicos.

Si bien esta primera definición es la más habitual y aceptada en el ámbito académico y asistencial, me gusta pensar en la psicooncología como una atención emocional que damos desde el corazón. Soy psicooncóloga, me especialicé en la atención emocional en el final de la vida, de modo que sé lo difícil que es acompañar al paciente por los recovecos de la enfermedad, por el sufrimiento que deja a su paso. Pero también sé lo importante que es acompañar en esos momentos donde se desea soledad pero se necesita una compañía que le recuerde al enfermo que aún es un ser humano único, poniendo todo nuestro corazón y todo nuestro amor en cada palabra que emitimos, en cada saludo que damos y en cada sonrisa que regalamos.

El paciente oncológico sabe más que nadie cómo es esta enfermedad y si bien los profesionales tenemos datos técnicos, el enfermo es el único que sabe cómo se experimenta cada síntoma, cada prueba, cada efecto secundario indeseado, él es el experto. El paciente oncológico necesita de nosotros toda la amabilidad de nuestro corazón, todas las sonrisas y el trato humano que podamos dar. Por eso creo que los psicooncólogos y el resto de profesionales que trabajan con pacientes con esta enfermedad, debemos atender desde nuestro corazón.

Sé que has sentido la tentación de blindarte emocionalmente, de ser aséptico, de no sonreír, de hacer visitas breves para informar de manera objetiva de la evolución de la enfermedad, todo ello impulsado por el miedo a conectar con el paciente que sufre, de perderte en esos ojos que tan bien expresan lo que siente por dentro. He de decirte que cuanto más te blindas, cuanto más te alejas de los pacientes, más te alejas de ti mismo.

El paciente oncológico necesita de tu energía positiva, necesita tus sonrisas, que son más valiosas que el oro, necesita de tu proximidad física porque eso le recuerda que aún es un ser humano, que la enfermedad no le ha arrebatado todo. El paciente oncológico también necesita que le acompañes en su sufrimiento, que sostengas su mano cuando las lágrimas desbordan sus ojos y su alma. No es necesario que digas nada, el acompañamiento emocional es más silencioso que hablado, basta con que te sientes a su lado y le preguntes tan solo “¿Cómo estás hoy?” “¿Cómo te encuentras anímicamente?”

Esta comunicación sincera y genuina, es tan valiosa porque le estás dedicando tu tiempo a alguien que sufre y esa persona es consciente del esfuerzo que haces, de que atiendes desde tu corazón, desde tu deseo de cuidar, desde el profundo amor que habita en ti y en tu deseo de aliviar el sufrimiento.

No desdeñes el poder de atender desde el corazón, somos seres emocionales y las emociones tienen un poder enorme también en nuestro cuerpo. La ansiedad es capaz de aumentar el dolor y la calma de reducirlo, el miedo produce insomnio pero la seguridad promueve el descanso, la tristeza y el miedo producen una inmunosupresión que es peligrosa en el paciente oncológico, pero el amor y la gratitud mejoran el funcionamiento del sistema inmune.

Sé consciente del poder sanador que tienes más allá de los medicamentos y tratamientos, eres un sanador por tu presencia, por el amor que compartes, por tu compasión y tu deseo de aliviar el dolor y el sufrimiento ajeno. No te escondas, no huyas, acompaña plenamente, hazte consciente de tu poder interno.