Una proteína altera morfología de las células tumorales

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Un equipo de científicos, en el que han participado investigadores españoles, ha demostrado que una proteína presente en las células de Leydig del testículo y en algunas de tipo canceroso es capaz de
modificar su morfología y movilidad.

El trabajo, publicado en el último número de la revista estadounidense “The Journal of Biological Chemistry”, revela que es posible inducir la acción de esta proteína, denominada TrxR-1v3, con tratamientos de testosterona y estrógenos, las hormonas sexuales masculina y femenina.

Este descubrimiento podría servir para desarrollar nuevas terapias, basadas en la inhibición de esta proteína, y dirigidas a frenar la progresión de determinados tipos de cáncer.

Según informó este viernes el Consejo Superior de Investigaciones Científicas  (CSIC), la TrxR-1v3 se asocia a otra proteína, la actina, que desempeña un papel esencial en la morfología y movilidad de las células tumorales y, por tanto, en el contexto del cáncer.

Para averiguarlo, el grupo de científicos, del que forma parte el equipo del investigador del CSIC Antonio Miranda, indujo la expresión de TrxR-1v3 en células humanas y observó que las proteínas producían rápidamente prolongaciones de la membrana celular, que se asemejaban a unos dedos.

Los científicos han explicado que esas prolongaciones se deben al “dominio glutarredoxina” de la proteína, dos sistemas proteicos complementarios a los sistemas tiorredoxina y glutatión, implicados en funciones esenciales del metabolismo y en otras como la síntesis y reparación del ADN  (Ácido Desoxirribonucleico).

Los sistemas tiorredoxina se asocian, además, al desarrollo de diversos tipos de cáncer, enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer, o patologías como la artritis reumatoide o la infertilidad masculina.

Los investigadores constataron que TrxR-1v3 se expresa, además de en las células de Leydig del testículo, en algunas cancerosas, así como en la línea celular HeLa, en la que generalmente no se encuentra si se aplica un tratamiento con hormona sexual masculina o femenina.

El estudio, desarrollado en estrecha colaboración con científicos del Instituto Karolinska de Estocolmo  (Suecia), ha sido seleccionado como “investigación de la semana” por “The Journal of Biological Chemistry”.