Convertirte en cuidador

Estas últimas semanas he pensado más en mis abuelos y en la gran oportunidad que tuve de ser su cuidadora junto a mi madre por un tiempo.

Creo que estos recuerdos han llegado a mí porque esta semana hace un año que mi abuelo falleció. Y la mente, tan sabia, recuerda que se aproxima una fecha en la que sintió una herida y trata de auto-sanarse a través del recuerdo.

Aquellas experiencias me mostraron las cosas que no se ven en los libros y lo que nadie te enseña en la facultad, pero que la vida es capaz de mostrarnos con gran claridad.

Ahora, cuando atiendo a algún paciente que se ha convertido en cuidador, aprovecho para hablarles de lo que nadie dice, de esas cosas prácticas que necesitas saber para darte cuenta de que no te pasa nada raro, de que en realidad sientes lo que otros muchos cuidadores antes de ti han sentido y lo que muchos después de ti sentirán.

Y eso me hace sentir conectada a otras personas aunque no las conozca, porque en el fondo todos estamos interconectados aunque no lo podamos ver.

Hoy quiero hablarte de algunas de las cosas que vas a sentir al convertirte en cuidador de una persona dependiente, porque estás en un proceso en el que debes adaptarte y cuidarte. Por eso comparto lo que aprendí por ese camino donde das mucho, pero casi recibes más.

Adaptarte a cuidar

Si ya te has convertido en cuidador, te diría que tengas paciencia, no lo vas a hacer todo bien desde el principio, pero de los errores se aprende.

La tarea de cuidar a un ser querido que ha perdido autonomía para realizar sus actividades cotidianas, es una tarea a largo plazo, por eso debes cuidarte y no olvidarte de ti mismo. Porque los cuidadores, solemos aplazar nuestro descanso y cuidado y así nos agotamos antes.

Las emociones que sientes como cuidador, son profundas y provocan un gran malestar. Las emociones habituales son:

  • Miedo: Esta emoción te acompaña habitualmente porque ves el deterioro de tu ser querido y tienes muchos miedos… miedo a no poder cuidarle bien, miedo a complicaciones médicas, miedo a que pierda aún más autonomía, miedo a no poder cuidar porque las necesidades exceden tus capacidades y fuerza, miedo a que tenga infecciones, miedo al impacto que tendrá esta situación en tu vida y en la vida de tus seres queridos.

Es normal que sientas miedo, de hecho creo que esta emoción llega para protegernos, para planificar y anticiparnos a las posibles dificultades que nos encontraremos en el camino. Pero cuando el miedo es muy intenso, también nos paraliza y desborda. Por eso cuando sientas mucho miedo, respira con calma, inspirando por la nariz y espirando por la boca y siente el flujo de aire en tu cuerpo, vuelve al presente.

  • Tristeza: Mi abuela materna tuvo alzhéimer y esa enfermedad no solo te expone a miles de miedos, también te expone a la profunda tristeza de ver cómo tu ser querido se va desdibujando, se va perdiendo en el pasado y tú te desdibujas también en su memoria.

Pero lo que siempre sentí con mi abuela, es que tal vez no sabía quién era hacia el final, pero sabía que podía confiar en mí y que la quería con todo mi corazón. Y ella me lo demostraba con su cariño, sus caricias y con su mirada de amor, que era pura y profunda. Aún recuerdo su mirada y me llena de melancolía su ausencia.

Recuerdo que muchas veces me entristecía y lloraba al pensar en sus pérdidas, que me parecían más profundas que las que yo sentía cuando estaba junto a ella, cuando la abrazaba y sostenía su dolor.

De modo que siente la tristeza, es normal, estás llorando las pérdidas que se están produciendo en tu ser querido. Necesitas sacar esa tristeza de ti, de tu cuerpo. Cuando lloras, regulas tus emociones.

  • Sufrimiento: Para los budistas, el sufrimiento es algo inherente a la existencia humana y para ellos, la enfermedad, la vejez y la muerte, son fuentes de sufrimiento. Como cuidador, sufres por tu ser querido y lo puedes sentir como una profunda angustia, que te impide dormir, que te llena la mente de pensamientos y preocupaciones.

Debes saber que es normal sentir este sufrimiento. Yo creo que el sufrimiento que experimentamos como cuidadores, es proporcional al amor que sentimos por nuestro ser querido. De modo que en lugar de sentir esa angustia como algo negativo o algo que rechazas de ti mismo, siéntelo como una muestra del amor que te une a esa persona.

Lo que aprendes de tu mente por el camino

Cuando te conviertes en cuidador, te das cuenta de muchas cosas que desconocías antes de ti mismo. Entre ellas…

  • Descubres tu fortaleza: Es cierto que este camino de convertirse en cuidador, está lleno de miedo, pero precisamente por ello puedes descubrir tu fuerza interna. Porque el miedo no te paraliza, al contrario, es el catalizador de una búsqueda de recursos más profunda y exhaustiva.

Tu fortaleza interna crece con las adversidades, las pruebas y el miedo. Nunca pienses que no eres valiente por tener miedo, te diría que es justo lo contrario, porque el miedo no te hace huir, a pesar de ese temor, te quedas y acompañas por el camino del cuidado. Eres muy valiente, eres muy fuerte.

  • Sientes el amor que te conecta: Una de las cosas que más me sorprendieron de convertirme en cuidadora, fue que sentía el amor como nunca antes. Porque cada cosa que hacía estaba impulsada por el amor a mis abuelos. Y creo que el amor es la energía más poderosa que existe en todo el universo, capaz de cambiarlo todo. Mi amor cambió muchas veces el estado de ánimo de mis abuelos, mi amor era el que me daba fuerzas para continuar incluso cuando estaba cansada. Fue el amor que mis abuelos me dieron a mí, el que me hizo capaz de afrontar su cuidado.
  • Cambia tu perspectiva sobre la vida: Estamos tan ocupados siempre, que nos olvidamos de las cosas sencillas que son realmente importantes. Convertirte en cuidador, te muestra una parte de la vida a la que no estás acostumbrado, una en la que ves la fragilidad del ser humano y por eso valoras más las pequeñas cosas, como pasar una hora junto a tu ser querido, como tomar la mano de tu ser amado y sentirte cerca de él o ella.

Ser cuidador es agotador, lo admito, pero también te deja muchos regalos que hará que tu posterior duelo sea mucho más sencillo, porque sentirás un gran orgullo por haber cuidado y por haberte quedado cuando otras personas huían.

Te mentiría si dijera que mis heridas no se han re-abierto al escribir estas palabras, pero es una manera de sanarme y ayudarte. Y eso es lo único que importa.

Y si eres cuidador y te sientes solo en este camino que estás recorriendo, hace un tiempo escribí un libro para cuidadores donde hablo de todo lo que aprendí en mi propio camino como cuidadora, con técnicas sencillas para cuidarte al tiempo que cuidas y con consejos prácticos sobre planificación y organización.