¿Hace el azúcar hiperactivo a los niños?

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La cuestión sobre si el azúcar influye en el comportamiento de los niños o no comenzó a generar interés en la década de 1990, cuando se realizaron una serie de estudios. De hecho, en 1995, JAMA publicó un meta análisis que analizó los resultados de 23 experimentos en 16 artículos científicos.

No obstante, los autores solo incluyeron estudios que habían usado un placebo y estaban cegados, lo que significa que los niños, padres y maestros involucrados, no sabían quién había recibido el azúcar y quién el placebo. En este sentido y tras analizar los datos, los autores del estudio concluyeron que el azúcar no afectaba al comportamiento o rendimiento cognitivo de los niños. Sin embargo, añadieron que no se podía eliminar la posibilidad de un “pequeño efecto”.

Además, también existe la posibilidad de que una determinada subsección de niños responda de manera diferente al azúcar, aunque, por lo general, los científicos demuestren que no tiene un efecto tan grande como suelen informar muchos padres.

¿SON ALGUNOS NIÑOS MÁS SENSIBLES AL AZÚCAR?

Algunos padres creen que su hijo es, particularmente, sensible al azúcar, y para comprobar si esto era cierto, un grupo de investigadores comparó dos grupos de niños: 25 niños “normales” de 3 a 5 años y 23 niños, de 6 a 10 años, cuyos padres les describieron como sensibles al azúcar. Cada familia siguió tres dietas experimentales por turno, y cada una durante tres semanas.

El estudio incluyó aspartamo, como explicaron los autores, porque también se consideró “una posible causa de hiperactividad y otros problemas de comportamiento en los niños”. Las tres dietas estaban libres de colorantes artificiales, aditivos y conservantes.

Así, cada semana, los científicos evaluaron el comportamiento y el rendimiento cognitivo de los niños. Después del análisis, los autores concluyeron: “Para los niños descritos como sensibles al azúcar, no hubo diferencias significativas entre las tres dietas en ninguna de las 39 variables conductuales y cognitivas. Para los niños en edad preescolar, solo 4 de las 31 medidas diferían significativamente entre las tres dietas, y no hubo un patrón consistente en las diferencias que se observaron”.

En 2017, apareció un estudio relacionado en el International Journal of Food Sciences and Nutrition. En él, los investigadores investigaron el impacto del consumo de azúcar en el sueño y el comportamiento de 287 niños, de 8 a 12 años.

De esta forma, los científicos recopilaron información de cuestionarios de frecuencia de alimentos y cuestionarios demográficos, de sueño y de comportamiento. Un sorprendente 81% de los niños consumió más de la ingesta diaria recomendada de azúcar.

Aun así, los investigadores concluyeron: “El consumo total de azúcar no estaba relacionado con problemas de comportamiento o de sueño, ni afectó la relación entre estas variables”.

Si se echa un vistazo a estos resultados, parece claro que, si el azúcar conlleva a la hiperactividad, el efecto no es enorme y no se extiende a la mayoría de los niños. Entonces, si no hay evidencia científica de que el azúcar induzca a la hiperactividad, ¿por qué lo hace?

Lo cierto es que la culpa puede recaer en las expectativas de los padres. Un estudio  que subraya este punto apareció en el Journal of Abnormal Child Psychology en 1994. Los investigadores reclutaron a 35 niños de 5 a 7 años, cuyas madres los describieron como conductualmente «sensibles al azúcar».

Los niños se dividieron en dos grupos y todos recibieron un placebo, que era aspartamo. A la mitad de las madres se les dijo que cada uno de sus hijos había recibido un placebo, y a las demás se les dijo que las suyas habían recibido una gran dosis de azúcar.

Los científicos grabaron a las madres y a los hijos mientras interactuaban y se les hicieron preguntas sobre la interacción. Los autores explicaron: «Las madres en la condición de expectativa de azúcar calificaron a sus hijos como significativamente más hiperactivos. Las observaciones de comportamiento revelaron que estas madres ejercían más control al mantener la cercanía física, así como también mostraban tendencias para criticar, mirar y hablar con sus hijos más que las madres de control«.

Además, los medios juegan un papel en perpetuar el mito. Desde dibujos animados hasta películas, el término «fiebre del azúcar» ha entrado en el lenguaje común.

Otro factor es el entorno en el que un niño puede recibir exceso de azúcar.

El escenario clásico es una habitación llena de niños en una fiesta de cumpleaños. En este entorno, se divierten y es probable que sean excitables, independientemente de los dulces que consuman. Del mismo modo, si los dulces son un regalo especial, el simple hecho de recibir una deliciosa recompensa podría ser suficiente para generar un estallido bullicioso de actividad.